Se organizan en Milpa Alta contra construcción de cablebús; exigen otro transporte digno

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Cobertura por Diana Hernández

Ciudad de México.- Un trayecto de 12 kilómetros recorrido en 45 minutos: esta fue la promesa de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada Molina, cuando anunció la construcción de la Línea 6 del cablebús que conectará a Milpa Alta y Xochimilco con Metro Tláhuac. Este anuncio se realizó en mayo de 2025, y desde entonces, personas comerciantes, productoras y habitantes de la zona han externado su rechazo al proyecto y su exigencia de contar con otro tipo de transporte adecuado a sus necesidades reales; asimismo, han comenzado a organizarse para impedir la ejecución de la obra.

Los días 12 y 13 de julio, durante el Primer Encuentro Chikawatika Masewalli en Milpa Alta, se hizo un llamado a esta organización comunitaria durante un ejercicio asambleístico que cerró dos días de actividades artísticas y culturales. Repartidxs en cinco mesas de trabajo, lxs asistentes intercambiaron perspectivas y propuestas de acción concretas ante lo que calificaron como un acto de ilegalidad por parte del Gobierno de la CDMX.

Al respecto, recordaron que el Programa General de Ordenamiento Territorial (PGOT) ha sido rechazado por lxs habitantes de la demarcación desde 2022. Dicho Plan incluye la creación de alternativas de transporte masivo tales como el cablebús, pero al ser rechazada por la comunidad, esta estrategia de reordenamiento territorial no debería aplicarse en la alcaldía, la cual se caracteriza (entre otras cosas) por su organización comunal.

Bajo los términos de esta estructura comunitaria ―y según denuncian habitantes de la alcaldía―, la asamblea general de comunerxs de nueve de los doce pueblos originarios que conforman la demarcación es la que debería aprobar esta obra. Sin embargo, actualmente no hay ninguna persona representante comunal que pueda convocar a dicha asamblea, por lo que el gobierno de la Ciudad pretende aprobar la obra mediante una consulta. Esta consulta, de hecho, fue anunciada por Clara Brugada el 17 de julio, pero aún no ha dado información sobre la fecha en la que se realizará.

En línea con lo anterior, el pasado jueves 24 de julio, el Consejo Comunal Indígena Nahua de Villa Milpa Alta (el pueblo originario desde el cual saldrá el cablebús)  emitió un comunicado en el cual informa sobre una resolución del Poder Judicial. Con esta resolución, correspondiente al juicio de amparo 296/2025, se reconoce que dicho pueblo no tiene por qué someterse a procesos externos a sus formas de organización comunitaria. De igual forma, se establece que Villa Milpa Alta no tiene por qué inscribirse al Sistema de Registro de Pueblos y Barrios Originarios operado por la Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes (SEPI). 

“Este fallo reconoce y ratifica el ejercicio de nuestros derechos a la libre determinación, autonomía, autogobierno y preservación de nuestro territorio y cultura”, se lee en el comunicado. Así, la resolución emitida por el Juzgado Tercero en Materia Administrativa sirve como un antecedente donde queda asentado el carácter esencial de la decisión de la población milpaltense sobre la construcción del cablebús.

Mientras tanto, el gobierno de Brugada Molina se ha adelantado a anunciar que la obra comenzará este mismo año en caso de contar con la aprobación de los pueblos. De acuerdo con la información que su gobierno ha hecho pública hasta el momento, el cablebús contaría con siete estaciones: Milpa Alta, San Francisco Tecoxpa, San Antonio Tecómitl, San Juan Ixtayopan, Santiago Tulyehualco, Juan Palomo y Tláhuac. Algunas de ellas también atravesarán territorio xochimilca.

De ahí que habitantes de esta otra alcaldía que acudieron al Encuentro destacaran la necesidad de hacer un frente común y emprender acciones culturales, intervenciones directas en el espacio público e investigaciones que ayuden a frenar el proyecto, el cual también se replicará en La Magdalena Contreras este 2025.

El cablebús no es la solución

Durante el Encuentro Chikawatika Masewalli se abrieron interrogantes sobre si el cablebús es una alternativa realmente creada para la gente de Milpa Alta, o si responde a las necesidades de la gente del centro de la Ciudad. Esto, sobre todo, considerando la llegada del Mundial de Futbol en 2026, la gentrificación y turistificación cada vez más crecientes en la CDMX, así como las problemáticas aunadas a ello como el desplazamiento, el encarecimiento de la vida y la distribución desigual de servicios y recursos.

En este panorama donde muchas tramas se enredan, lxs habitantes reconocen que el transporte público es “difícil y lento”, y la necesidad de un transporte digno es innegable. No obstante, para ellxs la respuesta no se encuentra en el aire. “Somos gente de montaña, no somos gente de cielo”, afirmaron durante “el Chikawatika”.

“Queremos un transporte público para vendedores. Un cablebús no es nuestra solución, porque si llegamos con nuestros bultos, con nuestro carrito y con nuestros costales y tenemos que subir a unas cabinas donde caben diez personas, no nos van a aceptar con nuestros bultos. Realmente merecemos un transporte que piense en nosotros”, declaró al respecto una de las asistentes.

Muchxs coincidieron en que los camiones de la Red de Transporte de Pasajeros (mejor conocidos como RTP) pueden ser una mejor opción, pues cuentan con espacios para que lxs comerciantes puedan transportar sus productos, aunque habría que realizarse algunos ajustes a su funcionamiento. Y es que, aunque este tipo de transporte ya circula en Milpa Alta, hay aspectos que pueden mejorares como la frecuencia en la salida de unidades y la adopción de horarios acorde a la vida de lxs comerciantes, algunxs de los cuales realizan traslados desde las 4am y regresan a sus hogares a medianoche.

Además de la compartición de estas perspectivas, el Encuentro comunitario también propició la proyección de acciones colectivas para intentar frenar esta obra a la que se calificó como un intento más del gobierno central de despojar estas tierras. Entre estas acciones se mencionaron ejercicios de reapropiación del espacio público, encuentros interterritoriales con otros pueblos de la CDMX (e incluso del país), difusión de información entre la comunidad, intervenciones artísticas y acercamientos con las infancias, entre otras.

Quienes impulsan esta resistencia ―aquellxs que organizaron el Encuentro Chikawatika Masewalli y que pertenecen al colectivo del mismo nombre― no pretenden ser una voz unificadora que represente al pueblo. “Eso sería imposible y muy desleal”, reconocen, pero al mismo tiempo aceptan que ha llegado el momento de defender sus tierras y territorios ante un proyecto que, se teme, traiga consecuencias profundamente negativas a un lugar que soporta la alimentación y, por lo tanto, la vida de gran parte de la Ciudad de México.

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