
Cobertura por Elizabeth Díaz & Mono
Ciudad de México, 20 de septiembre de 2025.
La tarde de ayer cientos de personas marcharon desde la Fuente de Petróleos a lo largo de Paseo de la Reforma rumbo a la Embajada de Israel en la capital mexicana.




La movilización, acompañada por civiles, estudiantes, infancias y adultos mayores, tuvo como eje exigir el rompimiento urgente de relaciones con el estado genocida de Israel, así como protección para la Global Sumud Flotilla, embarcación en la que actualmente viajan también mexicanos con la misión de sumarse al corredor de ayuda humanitaria a través de las embarcaciones y la presión internacional desafiando asi los crímenes de guerra que viene llevando a acabo el ente sionista. Dejar a esos mexicanos sin respaldo sería un acto de omisión y complicidad.





La marcha se inscribe en un contexto internacional devastador. Desde octubre de 2023 la ofensiva militar israelí ha dejado más de 65,174 muertes en Gaza, en su mayoría civiles y niñosde acuerdo con el Ministerio de Salud de la Franja, cifras validadas por la ONU. Ofensiva que a su vez ha Impedido la entrada de ayuda humanitaria principalmente de alimentos agua potable y medicinas. A ello se suman más de 450,000 personas obligadas a desplazarse e huir de Gaza presionados por una política de terror, persecución a periodistas, hambre, estallidos y un reciente apagón en las redes de comunicación, principalmente internet en medio de una crisis humanitaria sin precedentes.




La Secretaría de Gobierno aseguró haber desplegado personal de Concertación Política para “garantizar la seguridad y el diálogo”. Sin embargo, participantes denunciaron hostigamiento policial y tácticas de encapsulamiento, con presencia de los cuerpos especiales “Relámpagos” y “Ateneas” de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que utilizaron como excusa el lanzamiento de globos contra un edificio para intentar reprimir la movilización.
Más allá de los episodios de represión, el mensaje de hoy fue claro: México no puede guardar silencio ante los crímenes de guerra que se están cometiendo en Gaza. La sociedad civil exige que el país asuma un papel activo y congruente con su tradición diplomática en defensa de los pueblos, condenando los crímenes de genocidio y levantando la voz en organismos internacionales.





El apoyo a Palestina no es solo una cuestión de solidaridad a distancia, sino de coherencia histórica: México ha sido refugio para exiliados de distintas latitudes, ha abogado por la autodeterminación de los pueblos y ha firmado convenios internacionales que lo obligan a rechazar el genocidio y las políticas de asfixia contra poblaciones civiles.



México está frente a una decisión histórica: ser cómplice del intento de exterminio del pueblo Palestino por el ente sionista o levantar la voz como acto moral que exijaun inmediato alto al fuego, acceso urgente a la ayuda humanitaria y justicia para las decenas de miles de víctimas palestinas. Miles de gritos en lascalles de la Ciudad de México ya se pronunciaron. Ahora toca al Estado mexicano estar a la altura de esa dignidad.


