
Este sábado 11 de enero de 2025, diversas colectivas realizaron una protesta económica pacífica a un costado del Hemiciclo a Juárez, en el centro de la Ciudad de México. Sobre telas extendidas en el suelo marmolado de la Alameda, mujeres organizadas ofrecieron productos y servicios como lectura de tarot, galletas, joyería, jabones artesanales y cigarros naturales. Si bien esto forma parte de una práctica económica y política que se ha sostenido de manera organizada desde hace cerca de cinco años, esta vez, su intención se centró en manifestarse contra la represión experimentada un día antes por parte de elementos de la policía de la CDMX.

Una de las agrupaciones reprimidas fue la Colectiva Micelias, cuyas integrantes denuncian que una de sus compañeras resultó con una herida en el labio, mientras otras más fueron víctimas del robo de sus productos (entre ellos, cremas y jabones que ellas producen y que forman parte de su fuente de ingresos). Los responsables de estos hechos fueron elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana -algunos de los cuales portaban un chaleco color guinda-, quienes encapsularon y grabaron a las colectivas durante la represión.

De acuerdo con el testimonio de una de las afectadas, este acto represivo responde a un operativo iniciado el 20 de diciembre de 2024 en la Alameda de Bellas Artes con el objetivo de desalojar a las personas comerciantes del lugar, principalmente aquellas dedicadas al ambulantaje. Este operativo fue anunciado por César Cravioto Romero(secretario de Gobierno de la CDMX) el 19 de diciembre y, aunque el funcionario declaró que se mantendría activo hasta el 7 de enero, la represión contra las colectivas deja entrever que el resguardo policial del espacio público aún se mantiene.

Cravioto también declaró: “Respetamos mucho a quienes ejercen el comercio en sus distintas facetas, por supuesto, quienes tienen un establecimiento mercantil; también respetamos mucho el comercio en vía pública, pero tiene que haber orden y tiene que haber un número determinado de comerciantes que permita que todos podamos convivir respetando los derechos humanos de quien vive, de quien visita, de quien camina y también de quien comercia aquí en el Centro Histórico.”
Contrario a ello, la represión del 10 de enero demuestra que los derechos humanos de las mujeres que ejercen el comercio en la vía pública no forman parte de aquello que supuestamente se busca respetar y proteger. También quedó claro al día siguiente, cuando, durante la protesta pacífica junto al Hemiciclo, grupos de entre 10 y 20 policías con escudos rondaron una y otra vez la mercadita instalada por la tarde.

Ante esto, las colectivas de la zona como Micelias y Autogestión Feminista denuncian la privatización del espacio por parte de las autoridades. Al mismo tiempo exponen la complejidad del asunto, pues al margen del ejercicio económico y político de las mujeres organizadas, el comercio en forma de ambulantaje en el Centro de la CDMX también ocupa el territorio y lo traviesa con problemas como el cobro de piso y el dominio de grupos criminales.
Pero las autoridades de la Ciudad no han hecho distinciones o análisis al respecto: por el contrario, han optado por una respuesta unívoca donde la violencia y la represión policial es la única vía para abordar el tema. Con ello, incrementan la situación de vulnerabilidad de mujeres cuya solución a la precariedad y la violencia económica ha sido la organización y la autogestión.