Cobertura por Elizabeth Díaz
Este 19 de octubre, Flora Marcelo, madre de Ayelín Iczae, visitó la tumba de su hija después de cuatro años, tras haber sido desplazada por amenazas.
Desde su tumba, lugar donde descansa el cuerpo de la pequeña, se avivó la demanda de justicia junto con familiares y colectividades que luchan contra la violencia de género.
Realizaron una marcha que partió del Santuario de Tixtla hacia su Plaza Cívica para hacer un mitin y posteriormente realizaron actividades culturales con la participación de niñas y niños de la comunidad.
El caso de Ayelín sigue impune, con detenidos sin sentencia. Este feminicidio no es una tragedia aislada, es un recordatorio de la inacción del Estado frente a la violencia de género, que afecta a miles de mujeres en México. Las marchas, encabezadas por familiares y activistas, recalcan la urgencia de transformar un sistema que no solo ha fallado a Ayelín, sino a tantas otras víctimas de feminicidio.
La lucha de Flora, aún desplazada y sin medidas de protección, es un símbolo de la resistencia frente a la impunidad. Sus gritos de justicia no son aislados, son la voz de un movimiento que clama por un país donde las mujeres puedan vivir sin miedo, y las niñas, como Ayelín, no sean arrancadas de sus familias.
¡Justicia para Ayelín, justicia para todas!